Artemisia Gentileschi (1593 – 1656) es reconocida hoy (al lado de Sofonisba Anguisola, Lavinia Fontana, Elizabetta Sirani, entre otras) como una de las grandes representantes de la pintura barroca. En su obra podemos apreciar
las características más importantes de su tiempo: el espíritu triunfal de la iglesia, la teatralidad barroca, una brutal seducción espiritual de las imáge-nes, además de que en sus personajes se expanden los límites del alma huma-na, se redefinen el mundo material y espiritual desde lo tangible, se exaltan
las virtudes, se replantean las heroínas, la realidad del cuerpo femenino es expresado en su propia voz, voz con la que narra trazo a trazo la perspectiva emocional de los grandes temas de la contrarreforma, sobre todo con las heroínas bíblicas en las que representa su lucha personal por encontrar su lugar en el mundo.
Sólo el talento descomunal salva a esta y otras mujeres del anonimato y del silencio, no basta ser talentosa, es inminente ser portentosa, logrando, a tra-vés del trabajo y la maestría, desmentir la fragilidad impuesta a las mujeres en su tiempo.
A través de su voz personal, Artemisia habla de emociones universales. No es un espíritu pasivo ni víctima. Ella no claudica en su meta, consciente de los prejuicios hacia su género, sabe que cada trazo de su pincel debía suscitar im-presiones poderosas. Ella aprende a sublevar la pintura cortesana tan compla-ciente y decorativa exaltando las emociones que persigue la mentalidad del barroco, misma que le exige un apasionado acercamiento para someter a su influjo los ojos de los severos jueces masculinos.
Artemisia llegó a ser la pintora más lograda de su tiempo, con una expresión tan profunda como Caravaggio, pero, mientras que las mujeres en la pintura
de Caravaggio (como en el groso de la pintura de la época) son personajes pasivos, decorativos, si acaso simbólicos y tanto convencionales como sin in-tención ni alma, Artemisia cultivará el doble registro emocional de hombres y mujeres, develando una detallada introspección personal en los temas que toca, añadiendo a los héroes masculinos, todo el abanico interior y emocional de la sensibilidad femenina.
Expresando todo este universo a través de su virtud plástica, donde el sentido espectacular de la realidad, las formas, los colores, las texturas son vehículos para despertar marejadas de emociones. Artemisia, por medio de su pincel, reafirmará su derecho a trabajar, a sentir y a triunfar en un mundo donde estas metas eran sólo campos destinados a los varones.
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